¿Has oído hablar de las 4 Cs? Sergio Murcia, CEO y fundador de Mimoke ethical jewelry, nos cuenta cómo analizar un diamante.
La joyería siempre tuvo esa cuota de misticismo y frialdad que viene dada por ser un producto exclusivo y por lo que genera en el cliente la experiencia de compra. “Todos sabemos un poquito de coches, de textil, de alimentos, pero casi nadie sabe de joyería; es un sector no muy dado a dar explicaciones” cuenta Sergio.
Mimoke es una marca de alta joyería ética que cuida a la naturaleza y a las personas. Comercializan piezas de joyería con diamantes creados de laboratorio para anillos de compromiso, alianzas, pendientes, pulseras y colgantes. Parte de su compromiso reside mostrar una nueva cara de este sector y convertirlo en una experiencia adaptada a las nuevas generaciones de consumidores. Los clientes quieren saber más y Mimoke se encarga de: “estar muy cerca de los clientes, tener todas las líneas abiertas y explicar cómo se hacen las cosas”, cuenta su fundador.
A continuación, las cuatro claves para saber diferenciar un diamante;
Talla (Cut)
Hace referencia a la forma del diamante en sí. La forma redonda (brillante) es la más común y esto se debe a que es la que mejor se refleja la luz del diamante.
Peso (Carats)
Son los quilates. Habla de cuánto pesa la pieza.
Color (Colour)
Se analiza cuánto se separa del blanco absoluto. Los colores oscilan entre los diamantes incoloros a tonalidades de amarillos o marrones, aunque también pueden ser azules, verdes, rojos…etc. Los mejor considerados por su rareza se encuentran en los extremos, por lo que un diamante es totalmente blanco o de un color intenso (fancy), tiene un alto valor.
Pureza (Clarity)
Nos permite analizar cuantas imperfecciones tiene el diamante bajo la observación de una lupa de diez aumentos. Lo cierto es que todos las diamantes tienen en su interior alguna imperfección, no existen los diamantes puros.
“Los diamantes naturales y de laboratorio son exactamente iguales. Ópticamente no existe ninguna diferencia”, asegura Sergio y añade: “hay quienes quieren comprar una pieza con un diamante natural que es único, y que sí que es verdad que fue creada durante millones de años y eso tiene un valor, pero hay gente que no lo compra”. Esto es, porque deciden proteger al planeta y a las personas que trabajan para crear estas piezas.
Hablamos comúnmente de diamantes “naturales”, pero, ¿Debemos seguir apoyando de manera “natural” diamantes que perjudican a la tierra, apoyan puestos de trabajo de dudoso gusto y que están controlados por un monopolio? Tal vez, podamos reflexionar en que lo más natural sería apoyar por un diamante que evita esta situación y que además resulta mucho más asequible.